LVII. David Samaniego, el sembrador. II
Llegué muy cansado a casa y mi madre me preguntó cómo me fue en el Guagua Pichincha y le conté todos los detalles, mi padre me abrazó y me dijo que estaba muy orgulloso de que haya subido a la montaña.
En otra ocasión, y es una de las montañas que más recuerdo, el Padre Samaniego organizó un escalada de segundo orden, al Rumiñahi.
Debíamos estar en forma ya que esta montaña tiene una dificultad grande para escalar. David tendría en mente trazar una ruta para que todos los andinistas la puedan seguir con menos peligro. El bus llegó a la laguna de Limpiepungo, al píe del coloso Cotopaxi al un lado y el imponente Rumiñahui al otro lado. Parqueamos al bus y David nos dió todas la indicaciones de seguridad, previas al ascenso. Con su voz ya no tan severa, sino más bien tratando de ser chistoso, nos dijo : " caminen viendo por donde, para que no pisen a los conejos del páramo". Yo le creí y me puse a buscar conejos y para ser franco, vimos muchos de ellos saltar por los pajonales. Cuando quería descansar David, ya que yo nunca me cansé, nos hacía mirar las huellas de los conejos y sus madrigueras.
David iba adelante, contando los pasos y para hacer un alto, nos aconsejaba. " El camino de regreso es muy diferente al de la ida". Se daba la vuelta, clavaba su piqueta y sus botas enormes hacían un giro para ver el regreso. Nos decía, "miren el paisaje y acuérdense de tal u otro detalle". No se asombren si al regreso va a caer la neblina. Estratégicamente, clavaba una que otra banderola a lo largo del camino. Yo sentía mucha seguridad, aprendiendo cada vez más de este sembrador de juventudes.Cuando llegamos a la base de la roca, sacó un tarro de pintura roja de su mochila y cada cien metros, iba dibujando una flecha roja, señalando la ruta para la cumbre. Había sectores en el camino donde se veía precipicios de más de 400 metros, una caía o resbalón, hubiera causado la muerte de cualquiera. Llegando a la cumbre, no abrazamos, cantábamos el himno nacional y comíamos lo que habíamos llevado. Para siempre se había trazado la "Ruta Spellman", luego de unso años en Nuevos Horizontes, escuché pronuncia este lindo nombre a mis compañeros.
Jesús me dijo que El había creado el Universo para que el hombre lo disfrute y se sentía muy feliz que David me haya brindado de sus manos, el amor a la naturaleza. Amor que sigo manteniendo de una manera definitiva.
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