LIV. Tarcilita Atiaga
El dia lunes 2 de Julio del 2018 subió al cielo mi querida tía Tarcilita, hija de papá Manuelito y Rosita Escobar, hermana querida de Angelta, Elvita y Edguitar. Casada y amada por su esposo Víctor Gómez con quien gracias a su permanente amor tuvo cinco maravillos hijos : Edison, Jackelin, Maritza, Guisela y Rosita Mercedes . Durante más de cuarenta años dirigió el Centro de Corte y confección de Tanicuchí, formando miles de alumnos que pudieron recibir la formación integral en conocimientos y lo que es mejor, los valores morales que les serviría para ser hombres y mujeres de bien.
La recuerdo como una mujer de figura pequeña y elegante, educada y cariñosa. De paso firme y pausado, caminaba todos los días en su hermosa tierra de uno de los pueblos más hermosos de la Serranía ecuatoriana como es Tanicuchí. Cuando me veía me amarcaba y me llenaba de besos con su generoso cariño de siempre.Cómo no amar a Tanicuchí, donde dedicó su vida en un ambiente lleno de aire puro, acariciado por los vientos helados de los Illinizas, que se levantan hacia el cielo coqueteando con el Cotopaxi, volcán único en el mundo por su belleza y magnificiencia, inspirador de los más sentidos poemas que hablan de la belleza del Cantón Latacunga y la provincia de Cotopaxi.
Cómo no amar a Tanicuchí, cuna de grandes mujeres y hombres que han trabajado permanentemente para un verdadero progreso de la Patria. Su tía Sarita fue la primera y gran educadora de esta querida Parroquia tan antigua como los asentamientos de monjes españoles en la conquista. La tía Sarita decía : " ama a tu Tierra, para que no te llamen ingrato ", este legado y pedido fue escuchado por Tarcilita durante toda su vida. Muchas veces escuchó a sus primos Galo, Graciela, Marina, Maruja, Vicente, Teresa, Antuco, Gil y Olivia, hijos de su tío Pabito.
Cómo no amar a Tanicuchí, si gozaba de los capulies, de sus choclos, habas, tomates, lechugas y papa chola, hacía los platos de fanesca más deliciosos con granos producidos por esta generosa tierra. Disfrutó de la leche recién ordeñada y el pan salido del horno de leña.
Cómo no amar a Tanicuchí, si aquí conoció sus primeras oraciones para alabar y abrazar la religión Católica que la transmitió a todos sus hijos y nietos.
Cómo no amar a Tanicuchí si disfrutó de las fiestas de Agosto, donde los toros de pueblo, los castillos de fuegos artificiales y los bailes llenaban de alegria a todos. Donde en su plaza de toros disfrutaba de las corridas de las más famosas del País, con toreros nacionales e internacionales debian demostrar su valor al exigente pueblo de Tanicuchí.
Cómo no amar a Tanicuchí, si su nieta Evelyn fue una de las más hermosas reinas de esta Parroquia tan única en el mundo. Sus mujeres han sido ejemplo de belleza, honestidad y tantos valores que les ha permitido destacar en nuestra amada Patria.
Por esto y muchas razones más, Tarcilita amó a Tanicuchí y pidió que sus restos descansen en paz junto a su esposo Víctor, muy cerca de su Papá Manuelito, Mamá Rosita, Tío Pablito y Sarita, Primo Galo, Gil, y muchos familiares más.
Jesús me interrumpíó en este punto para contarme que Tarciita ha sido bendecida en la tierra y que ahora goza de su amor para la eternidad junto a quienes más amó, que desde el cielo seguirá bendiciendo a sus hijos y sus nietos. Me contó que ella llegó llena de gozo y felicidad por haber cumplido su misión en la Tierra.
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