LI. Fin de vacaciones.

Jesús me preguntó como terminaron esa vacaciones en el Corazón. Bueno, muchísimas cosas que conocer. Los sábados iba a ver la pelea de gallos en la namaña que todo el pueblo esperaba para hacer sus apuestas. Recordaba los consejos de mi padre : " nunca esperen hacer dinero con apuestas y juegos de azar", palabras generosas y sabias.
Un Domingo de Agosto de 1964, llegaron más primos a compartir unos días.
Celestino nos llevó junto a sus hijas y el Varón a una gira por Moraspungo y la Maná. Se contrataron dos camionetas y para mí y felicidad  de otros, Blanca se unió al paseo. Varios primos Caicedo Atiaga participaron de está linda experiencia, donde por primera ocasión oí por parte de Celestino la expresión : " vamos a comer yuca de la mata a la olla". Lo primero que se me ocurrió no les puedo conversar, ya que pensé que iban a poner una maravillosa mata de yuca en una olla y me exigirian comer. Decidí esperar a llegar a la plantación y ver como estas raices eran sacadas de sus plantas, lavadas y cocinadas en un fogón improvisado en el campo verde, muy verde. Cocinaron arroz y varias gallinas, qué bien que comimos en Moraspungo, tan lindo nos sentimos que Betty mi prima exclamó gritando: " bienvenidos a mi tierra" , desde allí mi querida prima latacungueña, quedó nacionalizada de Moraspungo. Ella tenía diez años.
Se hizo tarde y nos fuimos a dormir. Yo me retiré primero y fui a acostarme, por primera vez en mi vida no podía dormir pensando en la bella Blanca, cómo les comenté anteriormente, esta linda mujer de diez y siete años era el encanto de todos por su alegría y belleza sin par.
De pronto alguien abrió la puerta del dormitorio con la luz apagada y las cortinas de la ventana ligeramente abiertas. Era noche de luna y su luz penetraba claramente en la habitación. Para mí sorpresa, era Blanca. Le habían asignado el mismo cuarto. Ella no notó que yo estaba despierto, comenzó a quitarse la ropa hasta quedar totalmente desnuda. Sus senos blancos y esbeltos se reflejaban a la luz de la luna. Su hermoso cuerpo quedó grabado en mi  para siempre, me di cuenta que la mujer es el ser más bello de la creación.
Jesús  asintio con su cabeza y me miró con un silencio sepulcral.

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