XXXIII. El cuchillo de Tarzán.

Cuando éramos pequeños, hace 56 años, teníamos necesariamente que hacer nuestros propios juguetes. No había Google para investigar, entonces debíamo usar nuestra imaginación para elaborar los juguetes. Por ejemplo, los palos de la chilca servían para hacer arcos y las ramas de sigse para las flechas era ideal por ser livianas y muy rectas. Al lado de la punta se doblaba un "tillo" y en el otro extremo se cruzaban dos cartulinas en forma de pluma, habían secretos para construír las mejores flechas y arcos. El arco era clave para poder lanzar la flecha a más de cien km por hora y distancias de más de cien metros. La cuerda  de piola de chillo o de hilo, debía ser ajustada para tener muy buenos resultados.
Luego de ver tantas películas de Tarzán, se me ocurrió que debía tener mi propio cuchillo. Encontré un pedazo de palo de balsa en el sótano, lo medí paa que tenga unos treinta centímetros ingluyendo el mango. Con un cuchillo filo de la cocina, sin que sepa mi mami, empecé a darle forma al puño y a la hoja. luego debería pulirlo con una lija y pintarlo para que quede mejor. Todos los días dormía con mi lindo cuchillo y me despertaba temprano para hacer los "mandados".
Mi hermanos mayores, principalmente Galito, tenía una cualidad enorme para hacer eventos. Me voy a referir a uno especial en este relato.
Tenían un amigo rico, que se llamaba Marco Bolaños, quien iba mucho a la casa para hacer los "deberes " y luego jugar. Sus  padres le habían comprado un proyector de slides. Podíamos ver diapositivas en 3D, de gran resolución ya que venían con un sistema duplicado en forma circular. Cada cartonsito tenía diez diapositivas y con temas de dibujos animados, para películas de Disney.  Recuerdo que tenía al menos unas concuenta, entre las que se encontraba "la Bella Durmiente, la Cenicienta, Peter Pan" y muchas más
A Galito se le ocurrió hacer una sala de cine, con sillas perfectamente ubicadas en uno de los cuartos de bodega, que tenía piso de ladrillo en esa época. Puso cortinas en las ventanas para tener la oscuridad necesaria, pintó la pared de blanco para ver la proyección nítida. Hizo entradas a mano para vender a los vecinos en dos reales. Anunció la función y logró vender todas la entradas, la sala poco a poco se llenó. Usando el proyector de  Marco, apagó las luces y empezó la función. Yo era encargado de pasar las diapositivas. Galito narraba cada escena, con mímica y remedando las voces de los que aparecían en cada escena.  Me hacía una señal y yo debía pasar el slide, todo funcionaba de maravilla. Yo seguía con mucha atención la función,  tenía mi cuchillo de balsa húmeda en mi mano izquierda. El proyector tenía un foco incandecente de altísima luminosidad y emitía mucho calor.
Por esas cosas que no me explico nunca, miré el foco pequeño y redondo, que salía y emanaba mucho calor y en medio de la función, se me ocurrió tocarlo con mi cuchillo. Se produjo una explosión y se acabó la función. Tuve que salir corriendo y mi hermano Galo furioso y preocupado, tuvo que devolver las entradas.
Le veo a  Jesús que me dió un "coscacho", y me preguntó porqué lo hice. A la vez vi que no se aguantaba la risa y se puso a reir a "pata alzada".

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