XXIII. Primeros días de clase.

Mis primeros días de clases en mi nueva Escuela La Salle, fueron de sorpresa en sorpresa. Al empezar la clase el Hermano Gabriel hacía rezar a los alumnos, algo corto realmente. Luego comenzaba con calculo mental, de operación en operación, iba llevando el resultado. No recuerdo a nadie que me supere. Lo interesante es que por cada participación en clase, el Hermano nos regalaba una pequeña caetulina con un valor y color diferente. Se trataba de acumular lo mas que se pueda, mejorando la participación en clase. En cada quincena nos repartían las libretas de calificaciones, en donde aparecía tu puesto en relación a los demás, así como el puntaje total de estos bonos.
Durante el recreo era muy bonito jugar fútbol o basket ball, cientos de niños jugando en más de diez canchas repartidas en un patio enorme de cemento. El Colegio tenia una capilla muy bonita, donde me impresionó las figuras de Jesús, de la Virgen María y nuestro patrono San Juan Bautista de la Salle.
Todos los hermanos Atiaga, Galito en tercer curso, Marquito en sexto grado, Marcelito en cuarto grado y yo en quinto grado, apareciamos en los puestos más altos  con las mejores calificaciones; esto llenaba de orgullo a mis padres que veían reflejado su esfuerzo con estos resultados.
En el cuarto piso del monumental edificio del Colegio estaba el internado para estudiantes de provincias y cerca los dormitorios de los HH. CC.
Jesús se asombra de mi memoria. Pronto tendría una experiencia muy cercana con El.

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