XVI. Irenita y Carmelita.

Quedé pendiente de que hacíamos con el dinero de los ahorros. Los cuatro reales diarios eran muy importantes para Marcelito y yo, cómo le comenté a Jesús, caminábamos ida y vuelta a la escuela Eloy Alfaro, para no gastar. Pues bien, en la Venezuela y Mejia, estaba ubicado el Almacén Venus, de los zapatos de gimnasia más utilizados en los colegios y escuelas. Eran zapatillas de caucho delgado, con caña alta, cordones y de lona blanca. Su suela era delgada a tal punto que ésta terminaba con un hueco a la altura del hueso del dedo gordo del pie. En este almacén también vendían los balones Zambrano, que competian con los Soria,  dónde también se podía conseguir los zapatos de fútbol Pichurca. Los deportistas preferían los Zambrano por su calidad y durabilidad, eran totalmente de cuero cocido y con una vejiga de goma, la misma que servía para ponerla dentro del balón e inflarle, anudando el bleris y tapando con un pedazo de cuero. Esta pelota venía en diferentes tamaños, la profesional era la número cinco, ésta era usada por los mejores equipos de fútbol del País.
Este almacén era de pripiedad de una tía de mi madre, Irenita Caicedo, casada con  Pepe Cuesta, gran personaje ambateño. La Irenita compartía la atención del local con su hermana Carmelita, mujer buena, buenísima, santa, soltera y dulce. Irenita, mujer guapa de ojos verdes y con una voz tierna y llena de amor, como todas las hijas de mi Tío abuelo Pedro Pablo Caicedo Herrera, periodista y liberal.
Para mí hermano Marcelo y yo era un placer visitar a mis tías en el almacén, conversar sobre la escuela, recibir sus cariñosos abrazos. Con mucha expectativa, esperábamos la hora de despedirnos, ya que mis tías nos regalaban dos reales, a veces cuatro y con mucha suerte un chumadito de cinco reales. Cuando estábamos de mala suerte, nos ponían un caramelo en el bolsillo.
Jesús me dijo que esas mujeres maravillosas descansan en el mejor sitio de su corte celestial. Le conté que la Carmelita fue mi madrina de primera Comunión.
Jesús está más intrigado ya que quería de una vez saber que hacíamos con los ahorros.

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