XL. Esqueletos y Huracanes.

Amanecía muy temprano en Latacunga, todos oyendo la voz firme del Viche, saltábamos de la cama y en pocos minutos, estábamos todos sentados en la mesa grande del comedor. El Viche, la Ñatita, Marqui, Viche chico, Violeta, Michita, Magalita, Vinicio y yo. Cristina y Olivita no nacían todavía.
La mesa era llena con los jarros de leche, café, allullas, queso, abundante fruta, huevos, jugo y eventualmente mortadela o jamón. Salía vapor de los jarros de leche, había que soplar mientras de reojo le veía al Viche. " Jugarán guaguas, pero no estarán peleando", decía la Natita. Eso es lo primero que queríamos hacer, nos juntábamos en el parque Vicente León con los otros primos y decidíamos donde ir a jugar. Básicamnte éramos dos grupos : los " esqueletos", formados por Galito, Marcelito, Ivansito y Carlitos; y los "huracanes", formados por Viche chico, Marquito, Vinicio y yo. Los nombres obedecian a la contextura un poco más gruesa de cada grupo.
Carlitos  de los Esqueletos traía el balón, la número cinco en perfecto estado de consevación, nueva. Se pasaba "tecniquiando", con el empeine del pié derecho, luego al izquierdo, subía a la pierna con golpes muy sincronizados hacía treinta tecnqueadas, hoy se llaman "cascaritas". Pedía en balón mi hermano Marquito de los Huracanes, se dormía haciendo sobre las cien tecniqueadas. Desde ya comenzaba la rivalidad... había que ir lo más pronto a la cancha.
En el partido, que lo cronometraba mi hermano Galo con su reloj Bulova, los aqueros eran los más pequeños, Iván y Vinicio, cuando no jugábamos con goles abandonados. Quedábamos muy agotados, ya que la regla era diez goles por cada tiempo. Carltos lucía su zapatos de cuero con pupos, nostros nos enojábamos cuando nos daba una patada con los pupos, sin apuntar al balón. Muchas veces salíamos muy enojados, tanto que debíamos dilucidar con la fórmula primitiva de los "trompones". No era una batalla campal como en otras familias, cada equipo escogía un repesentante.. normalmente eran Vinicio con Iván. A pesar de que Vinicio era un poco menor,  su fisico era más grueso y con las indicaciones que le daba Marquito, el triunfo de Los Hiracanes estaba garantizado.
Muchas veces enojados, regresábamos a las respectivas casas,  caminábamos en las calles llenas de arena y con el viento fuerte, los Huracanes debiamos ponernos en dirección contraria al viento y con los ojos abiertos, para dar sentido a nuestro nombre.

Jesús me  dijo que El estaba aliado con los Esqueletos, pero con el Espíritu Santo estaban fortalecidos los Huracanes.

Comments

Popular posts from this blog

XXXI Tanicuchi

XLVI. Mamita "Sara María Bustillos de Atiaga"

LIII. La letra con sangre entra.