XIX. La Salle.
Mi padre nos anunció a Marcelito y a mí, que el próximo año iríamos a La Salle, yo tenia nueve años cuando conocí este gran establecimiento educativo, iría a quinto grado. Le había anticipado a mi papá que personalmente no quería saber nada de curas. Mis hermanos mayores ya habían estado allí y nos animaron a ir. En efecto, los útiles escolares eran modernos y me emocioné mucho de saber que iba a tener la materia de caligrafía, la misma que nos exigía usar pluma y tinta china. Los pupitres eran individuales, con tapa que se levantaba y dejaba un espacio grande para guardar libros y cuadernos. Comencé a conocer nuevos amigos, que conservaría por primera vez para toda la vida. Iván Andrade y César Wong. Ellos han sido muy importantes en mi existencia. Cesitar Wong era más bien pequeño y con una sonrisa permanente, ojos grandes y abiertos, un tanto regordito. Iván era alto, de cara redonda y aspecto serio. Entró al aula un profesor vestido de sacerdote, con túnica negra y con un cuello blanco cortado en dos, de más de veinte centímetros. Luego me enteré que no era sacerdote, sino Hermano Cristiano, conocido vulgarmente como lego. Era el Hermano Gabriel, pequeño, bien peinado, de mejillas bien afeitadas, que dejaba ver una barba muy poblada pero perfectamente rasurada. Sus mejillas coloradas y su nariz recta pero grande, ojos verdes. Me inspira mucho más respeto que mi bella profesora anterior. Las aulas eran grandes, con una tarima, pizarrón y escritorio para el profesor, en la parte de adelante. El Colegio estaba situado en la esquina donde se unen la Calle Vargas y Caldas. Tenia cuatro pisos y un patio enorme. Muchas canchas de basket y fútbol. La verdad es que me sentí en otro planeta.
Jesús me acarició la cabeza y me dijo : " tranquilo, me conoceras mejor y tendrás lindas sorpresas.
Jesús me acarició la cabeza y me dijo : " tranquilo, me conoceras mejor y tendrás lindas sorpresas.
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