VII. Comidas en San Agustín

VII.  Dios me preguntó cómo una abuelita en una Hacienda tan lejana de todo como San Agustín de Callo podía atender a  más de una docena de nietos y a todos por igual. Le conté que muy temprano, a las cinco de la mañana Eugenio se levantaba y llevaba a quien estuviera despierto al ordeño,  eran las cinco de la mañana,. Por eso es que me despierto tan temprano siempre y recuerdo el sabor, consistencia y temperatura perfecta de la leche recién ordeñada. El olor a vaca hacia perfecto el ambiente. Cada día había suficiente leche  con pan, rosquillas y huevos frescos para el desayuno. En el almuerzo había fritadas, carne o pollo, con arroz, choclos, habas tiernas y queso fresco, cuajado por mi mamá Sarita. A las cinco de la tarde nos llamaba a la merienda,. Era una agua de canela con bizcochos y cuando había, allullas de Latacunga con queso de hoja., Ese queso que al estar dentro de la hoja adquiría una frescura y sabir espectacular. Luego en la cena preparaba un caldillo de huevo, con cebolla que a mí no me gustaba, pero comía encantado por el hambre producido por tanta actividad y juegos durante el día. Otras veces era una sopita de pollo, chapito hecho con leche, machica traposa,  algún dulce finalmente. Hasta los dulces eran preparados en casa, ya le contaré cómo hacia las melcochas y chocolatines. Le comenté a mi Dios que mi abuelita no tenía refrigerador, ni tampoco cocina de gas o inducción, tampoco microondas. No tenía batidoras ni procesador de alimentos. Tampoco tenía un megamaxi para comprar tantas cosas importadas. No había cerca un sitio para comprar pollos asados.  Creo que tampoco había dinero electrónico, tarjetas de crédito ni cuentas bancarias.  Sin embargo le dije que El le dió la paciencia, fuerza, valor y amor para atendernos con gusto y sin quejarse. Eso sí, todos estábamos juntos en cada comida. Era una linda oportunidad para conversar con la mayores y desarrollar esa habilidad tan importante de saber hablar. Le gustó tanto lo que le conté que me dijo que Pabito, mamita y Eugenio están juntos con El, disfrutando de su paraíso espiritual. Me puse tan feliz.

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