VI. Mi abuelito Pabito
VI. Seguimos. Le conversaba a Dios sobre San Agustín de Callo. El no sabía porqué pasábamos vacaciones allí. No era un resort ni un hotel en esa época. El no sabía que mi abuelito, Pabito, con cariño, era el administrador de esta hacienda, de la Avelina y de Zuleta. Todas de propiedad de Leónidas Plaza y en esa época de Galo Plaza Lasso y José María. Mi abuelito no era administrador de empresas, pero su gran inteligencia, honradez y capacidad de trabajo le hacían en mejor candidato para administrar estaa haciendas. Hay muchas anécdotas de su honradez y manejo impecable de su gestión. Era tan responsable que manejaba los ingresos y egresos al mínimo nivel de detalle. Cuándo consolidaba cuentas con Galo Plaza, le decía ," hemos ganado ...", Ya que se sentía parte del éxito de estas productivas haciendas. Muchas veces los Plaza quisieron reconocer económicamente a mi abuelito, naturalmente, jamás aceptó. Todavía reposan en estas haciendas los libros enormes de contabilidad con la letra impecable de mi abuelito, el hombre más bueno que he conocido. Medianamente alto, muy delgado. De nariz grande, ojos dulces y pequeños, boca diminuta. Vestía ropa limpia y era un gran jinete. Amo a su esposa toda la vida, con la que tuvo ocho hijos. Galo mi padre el mayor, luego Graciela. Gil, Marina, Maruja, Vicente, Teresa y Antuco. Todos sus hijos maestros y ejemplo de vida y honradez. Qué mejor herencia, de ellos aprendimos que todas las actividades de la vida se pueden hacer igual que Pabito, estos es, con excelencia, dedicación, responsabilidad y sobre todo, con honradez a toda prueba. Ojalá los políticos hubieran tenido estos valores. Jesús me abrazó y me dijo que El les puso en mi camino.
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